jueves, 11 de agosto de 2022

Cuando las cosas se definen como reales…

Alrededor de la situación actual de las fiscalías veo dos posiciones: por una parte están quienes se están preocupando legítimamente por el significado ambiguo de algunas de las decisiones tomadas por la Fiscal de la Nación alrededor de algunos casos emblemáticos, como el Sánchez Paredes, el de la juez Emma Benavides o el de los llamados Cuellos Blancos. Pero por la otra está la de quienes intentan utilizar estas preocupaciones y dudas para generar objeciones sobre la solidez y cautela con que, encuentro, la Fiscal de la Nación y el equipo que lidera la fiscal Barreto están manejando los casos Castillo. 

Ensayando un resumen debo decir que la escena que surge de la combinación o sobre posición de estos escarnios no es óptima. En una conversación reciente, hecha en público, Rosa María Palacios me decía que ella habría preferido que la Fiscal de la Nación arme una agenda progresiva, una en la que aborde las cosas punto por punto y no todas a la vez, de manera que cosas como reorganizar a los fiscales especializados en los casos contra los Cuellos Blancos (no olvidar que dentro de este equipo ha habido más de una disputa seria en tiempos recientes) se hicieran cuando la posición de la fiscalía quede consolidada definitivamente.

Yo estoy de acuerdo con Rosa María. Jamás es buena idea mover más de una crisis fundamental a la vez. Pero en cuestión de estilos las preferencias mandan. Y lo que la Fiscal de la Nación está haciendo, mover varios escenarios críticos al mismo tiempo, supone riesgos de imagen y reputación que ella ha decidido tomar y que por ende deberá estabilizar. 

En todo caso encuentro que el golpe más duro que ha provocado la forma en que se están manejando estos temas ha sido la renuncia de Victor Cubas, un profesor universitario que encuentro representa parte de lo mejor que ha tenido el Ministerio Público desde los años 90, a la oficina técnica que coordinaba dentro de esta entidad. Encuentro dura esta decisión porque Victor ha dejado muy en claro, entre otros espacios, en una entrevista que concedió a Glatzer Tuesta que se ha ido en señal de protesta por lo que encuentra ha sido una forma, por decir lo menos, tosca de hacer los reemplazos. Voy a publicar este sábado, En Coyuntura, el programa que conduzco en los espacios digitales de La Ley una conversación en el que el me confirma que, sin embargo, prefiere pensar que la Fiscalía de la Nación entenderá el mensaje y hará correcciones que dejen en claro qué pretende exactamente lograr en estos espacios. 

De hecho Victor cuenta que alguno de los cambios que hizo y que causaron reclamos ha sido ya corregido. 

Desde mis propios espacios hago votos por que así sea. Los recelos que han provocado los cambios hechos en espacios sensibles dentro de las fiscalías no son cosa menor. Creo que no se mueven en el mismo plano en que se mueven los casos que se siguen contra Pedro Castillo. Pero eso no los hace asuntos irrelevantes en absoluto. De varias maneras las disputas que está asumiendo la Fiscalía de la Nación en los casos Castillo contienen una dosis alta de cuestiones de ética pública que requieren un ambiente libre de dudas, uno que contenga en todo lo que sea posible disputas internas, o uno que explique con suficiencia por qué se producen ellas en una línea de discurso que no se agote en exigir el merecido respeto a la autonomía de quien tiene en sus manos el difícil encargo de dirigir a una entidad que, nos lo contará Victor esté sábado, tiene además una extensa agenda de temas por resolver. 

Entonces abrir un poco más las puertas al equilibrio interno puede ser imprescindible. 

Pero en medio de todo encuentro importante también ir con cuidado cuando se miran estos asuntos. Estamos atrapados en un entorno que binarisa las cosas, o como se dice en estos días, las polariza adscribiendo  toda disputa a uno de dos bandos irreconciliables que sin embargo comparten una serie de intereses clientelistas: vacadores fraudistas (los que sostienen que la vacancia que no alcanzan es la única salida a la crisis y que las elecciones fueron un fraude) y Castillocerronistas (aquí no hace falta explicación). Asumir antes de tiempo que las innegables incertidumbres que produce la cuestión sobre las designaciones en la fiscalía expresa una adhesión de la Fiscal de la Nación expresa su automática adscripción. A los vacadores fraudistas es un error. Implica empujar a una magistrada que encuentro lejos muy lejos de la manipulación política a un bando al que no corresponde. Espero al otro extremo, asumir que porque las decisiones que está tomando la fiscalía en el caso Castillo vienen siendo las mejores imaginables, entonces debemos hacer oídos sordos a objeciones como las que ha hecho públicas Victor Cubas es un error igual de grande. Podemos sin duda estar de acuerdo con su gestión en parte, y reclamar más claridad en la cuestión de los cambios que ha hecho en días recientes también, porque en contra de lo que piensan los dos sectores que clientelistas que polarizan todo lo que toca, la política no es cuestión de adhesiones absolutas, sino un ejercicio crítico que combina distintas posturas ante distintos problemas, y sobre esa base, abre espacio para el diálogo adulto. 

Entonces regresamos al teorema de Thomas, del que, en una paráfrasis, tomé el título de estas nota: no empujemos a la Fiscal de la Nación a un bando en el que no queremos encontrarla, porque cuando las cosas se asumen reales, se vuelven reales en sus consecuencias.  

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