martes, 4 de enero de 2005

Una atrocidad para ser juzgada



Una atrocidad para ser juzgada
César Azabache Caracciolo

El significado de lo que hemos visto es indiscutible: Hay una rebelión, pero considerar esto rebelión no equivale a defender esta atrocidad, sino a condenarla. El aparato semántico de Humala no debe confundir a nadie. La Constitución garantiza el derecho del pueblo a levantarse contra quienes llegan al poder por un golpe de Estado. Pero este no es el caso, por más criticable que pueda considerarse al régimen actual. Más grave aún, han muerto por lo menos cuatro sub oficiales de la policía intentando repeler a los rebeldes y aparentemente hay por lo menos un desaparecido. Y hay que ser claros, Humala ha hablado de enfrentamientos, intentando hacer creer que la situación es distinta a la de un crimen. Y esto no es cierto. En las condiciones en que actúan los rebeldes (no los insurgentes sino los rebeldes, y aquí las palabras hacen diferencias) hablar de enfrentamientos está de más. Quien se resiste a un gobierno que no ha sido establecido por las armas comete un delito, y si mata a alguien, debe responder por ello conforme a las reglas sobre homicidios. La situación es idéntica cuando una banda de ladrones de enfrenta en defensa de su escondite con la policía y mata a algunos de ellos. Quienes provocan una situación de violencia física extrema no pueden luego alegar que se defendían de las fuerzas del orden que intentan reducirlos.
            Pero no dejemos de reparar en las analogías y asociaciones a que parece apelar Humala en su lenguaje y en sus actos. Huamala toma por la fuerza una estación de Policía pretendiendo que tiene derecho a ocuparla ¿No hay aquí una sombría referencia a las violentas invasiones de tierras y ocupaciones de locales que vemos todos los días? El modo en que minimiza las muertes que ha producido ¿No reproduce la perversidad de Ilave y la de las jornadas de resistencia a desalojos? ¿Y no hay en esto acaso una apelación a cierta empatía perversa que busca el respaldo de todos aquellos que han aprendido en estos años a vivir en medio de la violencia, multiplicándola?
            Humala demuestra que hay nuevamente entre nosotros una persona que cree que puede ganar adhesiones políticas estables apelando a lo más perverso de nuestro aprendizaje de vida en medio de la violencia. Más que peligroso, eso es macabro. Por eso es tan importante responder a esta atrocidad institucionalmente. Y esto supone, aunque mi insistencia suene a ingenuidad, un juicio. Un juicio rápido basado en una acusación consistente. Porque debemos demostrar(nos) que al menos podemos ser capaces como país de reaccionar ante casos así de extremos. No sé cuánto lo habremos hecho en el caso de Montesinos, si dos años después, seguimos esperando la acusación por el origen de los fondos hallados en Suiza. No se cuánto lo hemos podido hacer en el caso de Guzmán Reynoso, si dos años después de la orden de anulación de su condena aún esperamos una acusación que corresponda al daño que nos hizo. Pero si Montesinos y Guzmán, representan el pasado, Humala y su mensaje representan el futuro; el futuro de perversión y violencia descabellada al que podemos ingresar si esta vez no somos capaces de reaccionar a tiempo.