martes, 29 de abril de 2008

La ceguera en Andahuaylas

La ceguera en Andahuaylas

Por César Azabache Caracciolo

Los sucesos de Andahuaylas de enero del 2005 representaron un intento por volver a instalar entre nosotros la violencia física directa como vehículo de comunicación política. Sintetizaron la dimensión perversa que se aloja en la memoria de una comunidad que, entre otras cosas, vivió atravesada por el terror y la guerra interna durante más de quince años.
Después de Sendero, y antes de Andahuaylas, los sucesos de Ilave de abril del 2004 habían mostrado ya hasta qué punto se puede manipular y hacer explotar la carga de frustración y rabia que impregna nuestro tejido social. Si Andahuaylas marca un hito en esta historia es porque representa una manera extrema de usar esa rabia para obtener ventajas particulares. Y esto sería suficiente para justificar el castigo a los responsables del hecho, incluso aunque no se hubiera asesinado a cuatro policías durante la asonada. Si el evento es por sí mismo repudiable, esas muertes dan a la historia el perfil de una atrocidad inaceptable.
¿Qué intentó hacer Antauro Humala en Andahuaylas? Más de cuatro años antes, en octubre del 2000, Antauro, ya retirado, y su hermano Ollanta, todavía en el Ejército, protagonizaron el levantamiento de Locumba, una asonada sin víctimas durante la que se leyó una proclama pidiendo la renuncia de Alberto Fujimori. El evento terminó con la entrega de los protagonistas de la asonada, su encarcelamiento, un juicio militar y una amnistía otorgada por el gobierno del presidente Paniagua.

La secuencia otorgó a los hermanos Humala una fuerte presencia política y una cierta aura mítica, basada en la imagen de dos oficiales (en realidad, uno) que se levantan contra un dictador (en realidad, un presidente ya sin respaldo en medio de una crisis de legitimidad terminal). Esa aura parece haber resistido a las dudas que se levantaron cuando comenzó a insinuarse que la asonada habría podido ser una maniobra conspirativa del montesinismo. Pues bien, ¿quería Antauro revivir esa aura mítica, hacerla actual, al tomar la comisaría de Andahuaylas en enero del 2005? De primera impresión, parecería que Antauro no percibió las diferencias que median entre levantarse contra Fujimori a finales del 2000 y levantarse contra Toledo comenzando el 2005. Y es que cualquiera sean nuestras preferencias personales, todos reconoceremos que ambos momentos no son comparables. Provoca, entonces, pensar que los sucesos de Andahuaylas fueron provocados por una torpeza. ¿Pero Andahuaylas revela solo un caso de torpeza?

El principal protagonista del levantamiento, Antauro, 'no ve' algo que para todos resulta evidente (las diferencias entre los momentos de uno y otro levantamiento). 'No ver' algo que marca una diferencia moral (la diferencia entre 'lo justo' y 'lo injusto'), ni siquiera tomar en cuenta su posible importancia, revela desprecio. Quien 'no ve' una cuestión moral decide pasarla por alto; no asigna al portador de esa cuestión (quien la reivindica como algo importante) ninguna consideración. El 'no haber visto' las diferencias que median entre los sucesos de Locumba y los de Andahuaylas resulta de un enorme desprecio por diferencias entre ambos eventos. Y el asunto es especialmente grave porque esas diferencias están basadas en cuestiones sobre la legitimidad de los gobernantes.

Los sucesos de Andahuaylas expresan un enorme desprecio por cualquier forma de legitimidad que no provenga de las armas. Representan la puesta en marcha de una estrategia de aproximación al poder basada en la violencia. La ilegitimidad de Fujimori, que fue la razón de la amnistía que obtuvieron los protagonistas de Locumba es, al menos para Antauro, solo un accidente circunstancial. Su verdadero mensaje no está en la caída del dictador, sino en el uso de las armas contra todo régimen que no coincida con sus preferencias personales. Vistas así las cosas, se vuelve poco importante establecer si el levantamiento de Locumba resultó o no de una conspiración montesinista. El hecho es condenable incluso considerando la ilegitimidad de Fujimori, porque contiene un mensaje inaceptable: el mensaje de quien ve en sus propias preferencias personales fundamento suficiente para usar las armas.

En la memoria personal de Antauro no se ve mayor diferencia entre Locumba y Andahuaylas. Y esto pone en evidencia el desprecio que ocultó detrás de esa tremenda ceguera que provocó la muerte innecesaria de cuatro personas.