El caso Feria Tinta
César Azabache Caracciolo
Al incidente derivado del intento de inscripción del Movadef de Sendero como partido político ha seguido el anuncio de un nuevo caso, el Feria Tinta, promovido por la CIDH contra el país ante la Corte Interamericana. De hecho, ambos casos, Movadef y Feria Tinta, se ubican en una línea de tiempo que se inicia con los hábeas corpus por medio de los cuales Sendero intentó excarcelar a sus militantes apenas instalada la transición de finales del año 2000. Para entonces, a través de una serie de demandas, todas rechazadas por el Tribunal en este periodo, el senderismo intentó, sin éxito, “colarse” en la agenda de la transición en base a un discurso bastante cínico sobre la legalidad constitucional. En la misma línea de tiempo se encuentran dos casos (Penal Miguel Castro Castro, sobre el debelamiento de un motín senderista en 1992 y Gómez Paquiyauri, sobre dos desapariciones forzadas del 91), que la propia Feria Tinta, ahora una abogada especializada en derechos humanos, ganó al Perú ante la Corte Interamericana entre julio del 2004 y agosto del 2008. También forma parte de esta línea de tiempo su propio proceso de extradición, que perdimos silenciosamente en Alemania en setiembre del 2008. Ahora la propia Feria Tinta, requerida por el Perú por cargos por pertenencia al senderismo desde 1993, asilada en Inglaterra desde entonces, promueve su propia historia como caso ante la Corte. Y si gana, seguramente será la promotora de un probable nuevo caso, el Movadef, ante la CIDH, por la supuesta denegación de los derechos de sus militantes a participar en política.
La acumulación de ambos casos, el de Feria Tinta y el Movadef nos revela entonces una plataforma posible que anunciaría de manera definitiva un recambio en la posición de los principales cuadros conductores del senderismo. Y nos revelaría además un nuevo eje de actuación, esta vez internacional, por medio del cual el senderismo podría intentar volver a articularse, dejando la escena nacional a un grupo de jóvenes mal informados y manipulables que sin duda apostarán a ser perseguidos y se inmolarán para justificar una plataforma global de auto victimización que intentará mostrarnos como un país poco confiable, institucionalmente hablando.
Hay que decir que, si esta es la estrategia, entonces el senderismo está contando con nuestra aprendida e irrefrenable torpeza legal. Está contando con que repetiremos el error de los noventa y anunciaremos otra vez el inútil abandono del sistema interamericano de derechos humanos. Está contando con que despreciaremos nuevamente a la Corte. Está contando que no sabemos cómo ganar ninguno de los casos con que la CIDH se prepara para emboscarnos. Y está contando con que cometeremos tantos errores legales internos que desde fuera se volverá sencillo dejarnos en ridículo.
He oído decir que el senderismo estuvo activo en la recolección de firmas que condujo a la Sentencia del Tribunal Constitucional del 3 de enero del 2003, contra la legislación antiterrorista del 92. Debo decir que aunque esto fuera cierto, el desenlace de los hechos mostró entonces como una sólida reacción legal puede impedir a Sendero ganar las partidas que intenta. El Constitucional ordenó entonces la anulación de los procedimientos militares para estos casos. Pero confirmó al mismo la necesidad de mantener en prisión a todos los condenados mientras se revisaban y rehacían las leyes y los procedimientos que debían aplicarse. El proceso que siguió a la Sentencia de enero del 2003 desembocó en 4 decretos legislativos, los número 922, 923, 925 y 926 que sirvieron de plataforma para el segundo juicio contra Guzmán y el resto de la dirigencia. El juicio concluyó en octubre de 2006 con una nueva condena a prisión perpetua ratificada por la Corte Suprema en enero de 2008. La solidez de esa segunda condena ha cerrado el paso a cualquier ofensiva internacional relacionada con la liberación de Guzmán. Entonces el resultado del proceso ahogó por completo las expectativas originales que pudiera haber depositado el senderismo en la demanda. Y esto no debe ser olvidado, porque significa que el senderismo, aunque adopte ese rostro de cínica legalidad que ahora posee, puede, sin duda, ser derrotado, como merece ser derrotado todo enfoque intolerante, extremista y violento.
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