Fue un error que la fiscal de la Nación visite a Alejandro Toledo a su llegada a Lima. Toledo perdió hace mucho las protecciones que la Constitución concede a los presidentes en ejercicio. Los casos en su contra no son manejados por ella y el proceso de extradición, en el que sí tuvo competencias, ya había terminado cuando se produjo esa visita. El arribo de Toledo a Lima fue sin duda una noticia. Pero fue una noticia sin contenidos específicos: su caso ya no ofrece espacio para algún debate institucionalmente importante. Entonces, ¿para qué fue a verlo?
Si la intención era solo ganar visibilidad, el resultado ha sido por completo contraproducente. La singularidad de su visita abrió tantas dudas que la reacción de más de un medio fue preguntar a quien fuera posible cómo debía interpretarse el evento. Con el caso de Toledo abierto en los tribunales, los micrófonos se dirigieron, como era de esperarse, hacia quienes lo tienen a su cargo: los fiscales Vela y Pérez. Vela y Pérez contestaron, desde mi punto de vista, con enorme cautela. Pero es que la visita no tenía sentido. Entonces se digan cómo se digan las cosas la conclusión es la misma: la visita expuso a la fiscal de la Nación. La visita, no los comentarios sobre la visita.
Resultado: Vela y Pérez están ahora bajo un procedimiento disciplinario en la Fiscalía. Segundo error, porque el caso que se ha iniciado fuerza a insistir en el poco sentido que tuvo la visita de la fiscal a Toledo. Entonces esa visita, un incidente que nunca debió producirse, pero que podría haber sido olvidado pronto, encuentra un foro en que seguirá siendo debatida. Además, el caso disciplinario obliga a poner sobre la mesa un segundo problema no resuelto: Las fiscalías no tienen una política definida para relacionarse con los medios.
No la han tenido nunca y han dejado a lo largo de los años que los fiscales de mayor notoriedad, como Vela y Pérez, organicen sus propias posiciones públicas con absoluta soltura. La cuestión se vuelve decisiva porque sin una política definida no puede haber una regla previa clara que se pueda usar para condenar las declaraciones de Vela y Pérez como una infracción. El caso está destinado al fracaso y al desestimarse será inevitable que se vuelva a notar que la visita a Toledo no correspondía a ninguna competencia propia de la fiscal de la Nación que pueda considerarse invadida por los comentarios de Vela y Pérez.
Algo anda definitivamente mal en el planeamiento comunicacional de la Fiscalía de la Nación. En marzo, la fiscal utilizó su plataforma para acusar públicamente a la JNJ de abusar de sus atribuciones por haber abierto una indagación en su contra por la forma en que fueron intervenidas las fiscalías a cargo del caso de los llamados ‘Cuellos Blancos’ al comienzo de su mandato. Un asunto que debió resolver a tiempo y que ha dejado sedimentarse. También en marzo decidió aceptar una condecoración de la Municipalidad de Lima, una entidad pública que, como cualquier otra, está expuesta a ser investigada por las fiscalías en cualquier momento. Hace solo unos días volvió a usar su posición comunicacional para declarar en público en que no va a mostrar las tesis que registró para acceder a los grados de magíster y doctora. Otro asunto que está convirtiendo en un verdadero caso de transparencia y acceso a información pública por propia decisión.
Imposible negar el impacto del trabajo que hizo la fiscal de la Nación para darle forma a los casos Castillo y resistir las presiones que él intentó hacer sobre las investigaciones que se seguían en su contra antes de DIC7.
Pero los créditos que se adquieren por acciones institucionales apropiadas pueden perderse cuando la balanza empieza a pesar del otro lado.
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