La muerte de Guzmán parece abrir un ciclo de reemplazos en las representaciones políticas de quienes han heredado o pretende heredar el imaginario del senderismo, en la versión corregida por Guzmán después de su captura.
Conare no existía en tiempos del Movimiento de Obreros y Trabajadores Clasistas, que fracasó en su intento de desarrollar un frente sindical senderista basado en el recurso a paros armados. Conare fue impulsada originalmente por Puka Llacta (los llamados “Pukas”), una escision maoísta de Patria Roja asentada en el sur andino que decidió respaldar al senderismo. Conare recibió en su seno a cuadros que venían de Movadef y de su entorno, pero ahora está siendo reemplazado por el Fenate. Movadef fue creado de varias maneras como sucesor del antiguo Movimiento de Defensa de los Derechos del Pueblo que surgió como periferia del senderismo después del congreso de 1988, en tiempos del Movimiento de Obreros y Trabajadores Clasistas. Pero Movadef fracasó en su intento por inscribirse como partido en 2012; fracaso en su intento por construir un mausoleo como símbolo de permanencia del ideario original de Guzmán y fracasó en el intento de construir un mito a partir de sus restos, ahora convertidos en cenizas dispersas.
No es imposible que ahora, dispersadas como están las cenizas de Guzmán, Movadef desaparezca y sus militantes migren a la organización en formación que Maraví respalda o representa, el Partido Magisterial y Popular. Si esto ocurre, la aparente fractura de la banda de PL será en realidad la partida de nacimiento de una nueva versión del senderismo, la de los herederos de la primera generación, que habrán alcanzado el objetivo trazado por Guzmán después de su caída en 1992: Lograr la permanencia de su ideario en una versión sostenible dentro del sistema político.
Difícil sin duda seguir las siglas que marcan la ruta de esta historia. Su confusa sucesión forma una suerte de Macondo que parte del senderismo e intenta instalarse en la extrema izquierda, conservando sin embargo el legado que pretendió haber originado Guzman, simplemente la memoria del terrorismo. Quienes organizan estas variantes y mutaciones cuentan con que no podamos rastrear sus orígenes.
De hecho, en su narrativa aparecen cortes de historia como el que ensayó Maraví el jueves. Básicamente, “yo no he sido condenado por terrorismo”. También podría haber usado “yo no fui parte del Comité Central del senderismo” porque no lo fue o “yo o estuve en el Congreso de 1988”, porque tampoco estuvo. Pero esas no son las preguntas correctas. Las preguntas correctas, lo dijo Cecilia Cebreros en twitter, debían redactarse en tiempo presente “¿qué opina usted de la dispersión de las cenizas de Guzmán?” “¿Cree usted que los senderistas en prisión son presos políticos o no?” “¿Encuentra justificado que se haya demolido el mausoleo de Comas?” “¿Cree usted que el JNE debe exigir a quienes quieran anotarse en el registro de organizaciones políticas una declaración concluyente sobre estos temas o sobre su vinculación o falta de vinculación con las organizaciones derivadas del senderismo o del emerrerismo o con sus idearios originales o derivados?”
La historia de la instalación del ideario del senderismo en nuestro imaginario se está construyendo por desvinculaciones sucesivas que sin embargo postulan a la permanencia de una narrativa que idealiza el terror, que niega o distorsiona al extremo su sentido histórico.
Importante entonces tener a la mano algo con que escribir y una hoja de papel, para jamás perder la pistas que dan sentido a estas historias.
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