jueves, 17 de septiembre de 2009

Transfondo de un escándalo



Trasfondo de un escándalo
Por: César Azabache Caracciolo Abogado

Me cuento entre los muchos que deben haber sentido curiosidad por leer la compilación de [Elena] Yparraguirre. Confieso que mi interés proviene más de la atención que dedicaron determinados medios a la presentación que de la existencia misma del texto. Hace ya bastante que dejé de leer todo lo que se publica por el hecho de estar publicado. No he leído, por ejemplo, ninguno de los tres libros que publicó Montesinos desde la prisión, y no creo, honestamente, que sea imprescindible leerlos.

Sin embargo, la presentación del libro de Guzmán convocó más atención y reacciones más intensas que los tres libros seguidos de Montesinos. Y mi curiosidad se despertó. Gracias a un muy buen amigo, interesado en general en este tipo de asuntos, pude acceder a una copia del texto (los originales parecen haber sido ya confiscados por las autoridades). Y debo decir que el texto muestra a un Guzmán que no tiene punto de comparación con el Guzmán de la llamada “entrevista del siglo” de 1983. Este es un Guzmán intelectualmente desarticulado, que probablemente haya sido exhibido públicamente por razones que ya no está en posición de controlar. La derrota militar de su versión del senderismo a mediados de los años 90 y más de 17 años de cárcel han convertido a quien fue el terrorista más buscado de nuestra historia en alguien que no es capaz de escribir ya ni siquiera un texto articulado. Los editores del libro han aprovechado como han podido manuscritos sueltos de Guzmán sobre sí mismo y los han mezclado con notas de nivel escolar sobre manuales de derecho de uso común. Han reimpreso fotografías antiguas, algunas arengas solapadas y han perpetrado un par de textos cortos (el núcleo del caso por apología) que recuerdan los viejos volantes del senderismo de los años 90, para simular un libro que los presenta como los herederos del otrora jefe del senderismo. La presentación seguida de las cartas de Guzmán sobre la muerte de su primera esposa y las cartas enviadas a Yparraguirre insinúan una línea de conexión y continuidad (a “Norah” le sigue “Miriam”) entre los dos matriarcados del senderismo que el texto parece emplear como base para sostener que hay una segunda línea de conexión entre el llamado “acuerdo de paz” que Montesinos y Guzmán presentaron en los 90 y la estrategia legal de defensa de los senderistas en prisión.
La insistencia en pretender que es Guzmán quien dirige la estrategia legal del senderismo y que su mensaje final es luchar por la libertad de los terroristas en prisión son los puentes que cierran el círculo de un testamento pegado artesanalmente a pedazos. Es como si un grupo de personas que reclaman ser las herederas de un casi difunto lo maquillara, lo sentara en una silla de ruedas y forzara en su rostro una mueca de sonrisa para hacer una foto que demuestre su vinculación de cara al futuro.

Si algo muestra el libro, entonces, es un torpe intento por establecer una sucesión en una línea que, suponen los editores, es política. Cortar este intento a través de un caso legal por apología parece entonces haber sido una buena idea. De hecho, el texto no es un ejercicio de libertad de expresión, sino un intento solapado por legitimar una nueva dirección de un grupo que en mi opinión fue, es y seguirá siendo terrorista. Y eso es bastante más que apología.

Lo curioso es que el texto reivindica como un éxito del senderismo de Guzmán la anulación de los procesos militares ordenada por el Tribunal Constitucional en el 2003, e insinúa, sigilosamente, que las más de 5.000 firmas recolectadas para la demanda son la base de algo que, leído entrelíneas, quieren presentar como el caudal electoral que podría convertir al senderismo en un partido legal organizado para lograr la amnistía de los senderistas que aún están en prisión.

Curioso, en verdad. El senderismo de Guzmán (o alguien, reivindicando a Guzmán) quiere llegar al Congreso. Quedará en las autoridades establecer si el destino final de este intento, en verdad, conduce a prisión. Por lo que toca a nosotros, tal vez sea mejor concentrarnos en otros asuntos de mayor interés.

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