Mariachis en la explanada del Ministerio de Transportes. La escena ocurrió un día después de la renuncia del hasta entonces inamovible ministro Silva.
¿Qué celebraba Silva? La sobriedad que solemos exigir en estos puestos dejó sentir toda su indignación en las redes. La impertinencia irrita, desafía. Pero no puede pasar por alto la evidencia: separado de un cargo que jamás debió ocupar, Silva celebra. Pero ¿es verdaderamente él quien celebra?
Además de una fiesta inoportuna o incomprensible, está la persistencia del símbolo. También había mariachis en el cumpleaños de Castillo. Me refiero a la celebración que habría organizado para él Karelim López. Una Karelim López que se muestra cómodamente instalada en ese ambiente privado en que Castillo y el exsecretario Pacheco peleaban abiertamente por negocios privados sin mostrar la menor incomodidad por su presencia.
En los fragmentos de sus declaraciones que han sido publicados en estos días, López se exhibe perdiendo posiciones en algunas pujas por contratos con el Estado. En su aparente derrota ante la fiscalía, López denuncia a los sobrinos de Castillo y a Zamir Villaverde García. En esos fragmentos ellos parecen haber representado su principal obstáculo en el control de esos pasillos en los que se define la suerte de los contratos públicos que ella trataba de obtener. En esa parte su declaración contiene en realidad una denuncia contra quienes parecen haber sido sus exitosos competidores. Villaverde García es, de hecho, un personaje que intriga. Después de ser expulsado de la fuerza aérea pasó a un penal y luego a una cómoda posición en Vigarza, una empresa de seguridad que parece activa, pero que no ha publicado ninguna información sobre el origen del capital que la sostiene. Y de Vigarza al control de las llaves de Sarratea, el lugar al que asistían, lo dijo Castillo en la entrevista de Hildebrandt, los compatriotas que le habían respaldado en la campaña del 2021.
No encuentro pistas que revelen quién filtró los fragmentos de las declaraciones de López que ahora conocemos. Ignoro si los filtró ella misma para protegerse de las amenazas que ha descrito; si los filtró alguien que intentaba boicotear las investigaciones (después de esas filtraciones no parecería tener sentido intervenir los teléfonos de los sobrinos de Castillo o del propio Villaverde) o si los filtró alguien que sencillamente quería deshacerse de los incómodos obstáculos que limitaban su propia competencia por el control de los pasillos de la corrupción.
Alguien que acaso, solo especulo, sí tendría razones para celebrar.
Ya se ha elegido al reemplazante de Silva. Pero la fiesta se celebró hace varios días en esa explanada. Una explanada que podría haber servido de patio de sepultura a un grupúsculo que acaso se haya visto obligado a ceder posiciones ante algún otro.
¿Quién es en verdad el designado? Vienen las elecciones regionales y distritales. La presa de este sistema clientelista que nos tiene atrapados está en ese ministerio. Desde allí se ofrecen y obtienen obras y fondos y se reciben sobornos y fidelidades perversas por eso. La presa en disputa es esa cartera de contratos. La contienda entre nosotros dejó hace ya tiempo de ser el poder, entendido en sentido fuerte. Ahora es simplemente la influencia como factor de ascenso y enriquecimiento. La representación ha devenido en simple ejercicio de la intermediación de los elegidos para conseguir fondos públicos que sostienen enmarañadas y casi invisibles redes de clientelismo y corrupción.
Perversa forma de inclusión que se expande ante nosotros.
Hablamos de corrupción y de justicia. No hay espacio para mirar hacia otro lado en este proceso en que nos estamos destruyendo.
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