domingo, 18 de abril de 2021

Los días que nos faltan



El centro, sea que lo entendamos como un sector de la comunidad o como un espacio hacia al que hasta hace poco había que girar, se ha desvanecido. Si asignamos su intento a ser representado al Partido Morado, cosa que encuentro por demás discutible, casi no ha alcanzado escaños en el Congreso que viene. Pero no estoy seguro de que haya tiempo para un réquiem.

En 20 años la derecha más ciega ha usado al sistema institucional como pretexto para ensayar formas de aplastar las protestas relacionadas al agua, al territorio y al suelo. Estoy pensando en Cajamarca, en la Curva del Diablo y en Espinar, entre otras crisis. La izquierda que ha ascendido con estas elecciones parece dispuesta a usar la respuesta “al modelo” como pretexto para destrozar el sistema institucional. No puede ser gratuito que con 37 congresistas ya casi instalados Perú Libre anuncie su intención de cerrar el Tribunal Constitucional, contrapeso probado del populismo parlamentario, quizá porque sería también contrapeso de un procedimiento de reforma constitucional no equilibrado institucionalmente.

Al frente, el fujimorismo se viste de blanco de nuevo y se prepara para reclamar “la defensa del modelo”. Desde su perspectiva, la “defensa del modelo” parece sugerir la simple imposición de más de lo mismo bajo una ilusión que presenta el control del Ejecutivo como condición suficiente para contener el ascenso de lo que puede llegar a representar Perú Libre. Pero todos recordamos que se equivocaron creyendo que controlar el Congreso era suficiente para poner en jaque al Gobierno, ¿verdad? Imagino al señor Cerrón deseando en secreto que Castillo pierda, para instalarse como líder de la oposición y multiplicar “las contradicciones del modelo neoliberal”, defendido por quienes juegan como perfecto rival de una tragedia de villanos destinada a sumar simplemente “0” para todas, para todos.

Leo la escena desde la dignidad humana y los derechos de las personas y colectivos. Sin olvidar que los temas urgentes siguen siendo vacunas, salud, educación y empleo, miro con angustia la interrupción del ciclo que iniciaron las movilizaciones de diciembre 18 y noviembre 20 y el caso de Ana Estrada; cabezas de lista de una agenda que parece ahogarse en los límites que impone un Parlamento de mayoría conservadora y un Gobierno, que de un signo o del otro, será a la vez conservador y autoritario, en una variante o en la otra.

El centro, ya está dicho, se asfixió en la debilidad de su escasa representación; le pesó la memoria de 20 años impregnados de corrupción y se escondió en el voto en blanco, o se conformó con tomar asiento en una tribuna desde la que ha contemplado el espectáculo en silencio, sin aplausos, pero sin tomar la palabra tampoco.

Pasada la primera vuelta, la indiferencia se vuelve inaceptable. El centro mantiene viva su capacidad para decir “no”; mantiene su empatía con las calles, aunque aún sean principalmente urbanas; mantiene su capacidad de propuesta, ahí donde los extremos solo pueden o quieren o piensan imponerse.
Si existe, es momento de aparecer.

La calle no fue de esta izquierda ni de esta derecha en diciembre 18 cuando le dijo “no” al fiscal Chávarry. No lo fue en noviembre 20 para responder a Merino. Inti y Bryan no son mártires de esta izquierda ni de esta derecha. Son mártires de una lucha intuitiva por la conquista de una ciudadanía que aún nos es esquiva; de una ciudadanía que aún tiene que aprender a ser rural y a ser indígena, que todavía debe aprender a ser menos urbana para defender el mañana.

Para quienes pensamos desde aquí, queda sostenerse; queda seguir creyendo en lo mismo; queda defender las mismas ideas, aún a pesar de todo este pesar.

Porque ante todo debemos amanecer también en los días que aún nos faltan. 

Publicado en La República el 18 de abril de 2021.

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