EL CASO ECOTEVA
Los hábeas corpus
César Azabache
Demandar un hábeas corpus equivale a postular a una persona como
víctima de un agravio constitucional, uno de los más graves conforme a las
reglas del sistema. Para reconocer que determinada situación merece la
protección que ofrece el hábeas corpus, la víctima debe poder ser reconocida
como tal sin mayor esfuerzo ni debate.
Debe ser una “víctima en sentido fuerte”. Las explicaciones demasiado
complejas o elaboradas sobre los fundamentos del caso deslegitiman de plano a
quien las propone. Anuncian una impostación. Y una impostación evidente no suma
en absoluto respaldo a favor de quien la intenta.
Digo esto porque me parece una lástima que el señor Alejandro Toledo,
que entre el 2001 y el 2006 lideró una transición inacabada, accidentada y
difícil (pero transición al fin), termine refugiándose en un mal caso
constitucional para defenderse de las muy justificadas investigaciones que se
han iniciado sobre el Caso Ecoteva.
Lo digo manteniendo el respeto que sin duda me inspira su equipo legal.
Toledo tiene excelentes abogados, pero creo que estos han olvidado que en casos
de relevancia institucional como este las acciones legales son, además de
peticiones formalizadas de interés privado, vehículos portadores de mensajes
políticos.
El ex presidente Toledo no es un particular cualquiera que enfrenta
una investigación basada en hallazgos relevantes (las compras de inmuebles y el
pago de hipotecas personales) y en el peso de las primeras explicaciones
inverosímiles (la lista de equívocos es extensa y su existencia sigue sin ser
explicada).
La cuestión en el Caso Toledo no consiste solo en enderezar sus
versiones y bloquear los ataques del sistema.
El señor Toledo es el jefe de una agrupación política que tiene un
peso decisivo en las decisiones del Parlamento. Es aspirante a senador
vitalicio y es un referente de la recomposición inacabada del sistema
institucional iniciada tras la caída del régimen de la década de 1990.
Lo que se hace en su defensa impacta entonces sobre los significados
políticos que él moviliza (o habría que decir movilizaba, hasta antes de este
caso).
En el plano en el que se mueve el Caso Ecoteva, una línea de discurso
que se limita a denunciar los intereses políticos que evidentemente se juegan
alrededor es por completo irrelevante. Un ejemplo emblemático, como el de
Ecoteva, moviliza por definición intereses políticos, pero estará bien o mal
fundado si las evidencias en que se fundamenta merecen ser tomadas en serio. Y
en este caso lo merecen, sin duda.
En este contexto, la explicación más que tardía del papel asignado al
empresario Josef Maiman en la historia y la creación artificial de problemas de
competencia en la Fiscalía de la Nación (nada menos que la principal de todas
las fiscalías) o de violaciones al debido proceso en la Comisión del Congreso
que lo investiga (¿qué violaciones?) no expresan nada que sugiera una muestra
de habilidad de la defensa para reacomodar las piezas del caso.
Expresan desesperación por eludir las investigaciones. Y modifican de
manera imposible de solucionar la imagen de quien a principios de la década
pasada se presentó como soporte de un proceso basado en la lucha contra cierta
forma de corrupción.
Publicado en El Comercio, miércoles 4 de diciembre del 2013
Publicado en El Comercio, miércoles 4 de diciembre del 2013
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