El estamento militar
César Azabache Caracciolo
Hace sólo unos días (EC 17/06/13) Victor Andrés Ponce sostuvo que la
denegación del indulto humanitario podría representar un intento del presidente
Humala por recuperar el liderazgo del espacio “anti/fujimorista”. Confieso cierta aversión que me impide
admitir que cualquier esquema de moral binaria, o “anti/algo”, pueda ser útil
como fundamento de una eticidad cualquiera. Pero más allá de esto, creo
imposible imaginar al presidente Humala pugnando por liderar movimientos como
el que impulsó el lavado de la bandera a finales de los 90. El enorme esfuerzo desplegado por el
Ejecutivo para promover determinada manera de ver las cosas en el caso Cruz
Sánchez; esa cierta incomodidad permanente ante el modo de ser de la prensa
local; la posición aquiescente con las iniciativas lanzadas en la región contra
la Relatoría sobre Libertad de Expresión de la CIDH y la actual polémica con el
Defensor Vega sobre el servicio militar obligatorio, son más que algunas
muestras que justifican mi distancia con la interpretación que propone Victor
Andrés.
Es evidente que el rechazo del indulto marca un punto de quiebre
definitivo entre nacionalismo y fujimorismo. Pero no es difícil encontrar un
esquema alternativo que explique el sentido de ese quiebre. Si en algo
coinciden ambos actores en en su visible pugna por liderar ese bloque
restaurador y “anti/transicional” que puede encontrarse afirmado intuitivamente
en un importante sector del electorado que responde a la primacía de valores
como el orden, la disciplina, el pragmatismo; muestra respaldo a las
iniciativas que reducen los espacios públicos deliberativos y respalda
prácticas inclusivas de perfil asistencial. Los elementos que aglutinan éste
bloque corresponden sin duda a un ideario conservador. Y probablemente, el
estamento que mejor expresa ese ideario en nuestro medio es el estamento
militar. De manera que el proceso abierto en esta etapa bien puede colocar al
estamento militar como protagonista.
El estamento militar, como el propio estamento católico, ha sido además
protagonista decisivo del inconcluso proceso de conformación del Estado a lo
largo de toda nuestra historia republicana. Y sin embargo, al igual que el
fujimorismo, quedó prácticamente marginado en el imperfecto esquema de
equilibrios que estableció la transición. Reducido en remuneraciones y
presupuesto, acorralado simbólicamente ante los tribunales y desapoderado de
casi todo margen de influencia pública, el estamento militar puede encontrar
ahora un espacio de expresión y representación política articulada tanto en el
fujimorismo como en el propio nacionalismo. La reciente aproximación del
entorno de Keiko Fujimori al partido republicano pone sin duda, al fujimorismo
en clara ventaja para liderar la conformación de un bloque que lo contenga
políticamente. Pero las ventajas naturales del presidente Humala para disputar
ese liderazgo no pueden perderse de vista.
Darle forma política a la
eticidad conservadora en nuestro medio puede ser decisivo en la
institucionalización del país, siempre que el proceso excluya toda forma de
intolerancia hacia los demás. De hecho, la consolidación de un espacio conservador debería facilitar
la reubicación de ese centro cívico/liberal que se insinuó en las últimas
elecciones, y que debería catapultarse con la aparentemente inevitable
dispersión del toledismo, pre anunciada por Mirko Lauer también en estos días
(LR, 17/06/13).
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