La ceguera en Andahuaylas
Por César Azabache Caracciolo
Los sucesos de Andahuaylas de enero del 2005 representaron un intento
por volver a instalar entre nosotros la violencia física directa como
vehículo de comunicación política. Sintetizaron la dimensión perversa
que se aloja en la memoria de una comunidad que, entre otras cosas,
vivió atravesada por el terror y la guerra interna durante más de quince
años.
Después de Sendero, y antes de Andahuaylas, los sucesos de Ilave de
abril del 2004 habían mostrado ya hasta qué punto se puede manipular y
hacer explotar la carga de frustración y rabia que impregna nuestro
tejido social. Si Andahuaylas marca un hito en esta historia es porque
representa una manera extrema de usar esa rabia para obtener ventajas
particulares. Y esto sería suficiente para justificar el castigo a los
responsables del hecho, incluso aunque no se hubiera asesinado a cuatro
policías durante la asonada. Si el evento es por sí mismo repudiable,
esas muertes dan a la historia el perfil de una atrocidad inaceptable.
¿Qué intentó hacer Antauro Humala en Andahuaylas? Más de cuatro años
antes, en octubre del 2000, Antauro, ya retirado, y su hermano Ollanta,
todavía en el Ejército, protagonizaron el levantamiento de Locumba, una
asonada sin víctimas durante la que se leyó una proclama pidiendo la
renuncia de Alberto Fujimori. El evento terminó con la entrega de los
protagonistas de la asonada, su encarcelamiento, un juicio militar y una
amnistía otorgada por el gobierno del presidente Paniagua.
La secuencia otorgó a los hermanos Humala una fuerte presencia
política y una cierta aura mítica, basada en la imagen de dos oficiales
(en realidad, uno) que se levantan contra un dictador (en realidad, un
presidente ya sin respaldo en medio de una crisis de legitimidad
terminal). Esa aura parece haber resistido a las dudas que se levantaron
cuando comenzó a insinuarse que la asonada habría podido ser una
maniobra conspirativa del montesinismo. Pues bien, ¿quería Antauro
revivir esa aura mítica, hacerla actual, al tomar la comisaría de
Andahuaylas en enero del 2005? De primera impresión, parecería que
Antauro no percibió las diferencias que median entre levantarse contra
Fujimori a finales del 2000 y levantarse contra Toledo comenzando el
2005. Y es que cualquiera sean nuestras preferencias personales, todos
reconoceremos que ambos momentos no son comparables. Provoca, entonces,
pensar que los sucesos de Andahuaylas fueron provocados por una torpeza.
¿Pero Andahuaylas revela solo un caso de torpeza?
El principal protagonista del levantamiento, Antauro, 'no ve' algo
que para todos resulta evidente (las diferencias entre los momentos de
uno y otro levantamiento). 'No ver' algo que marca una diferencia moral
(la diferencia entre 'lo justo' y 'lo injusto'), ni siquiera tomar en
cuenta su posible importancia, revela desprecio. Quien 'no ve' una
cuestión moral decide pasarla por alto; no asigna al portador de esa
cuestión (quien la reivindica como algo importante) ninguna
consideración. El 'no haber visto' las diferencias que median entre los
sucesos de Locumba y los de Andahuaylas resulta de un enorme desprecio
por diferencias entre ambos eventos. Y el asunto es especialmente grave
porque esas diferencias están basadas en cuestiones sobre la legitimidad
de los gobernantes.
Los sucesos de Andahuaylas expresan un enorme desprecio por cualquier
forma de legitimidad que no provenga de las armas. Representan la
puesta en marcha de una estrategia de aproximación al poder basada en la
violencia. La ilegitimidad de Fujimori, que fue la razón de la amnistía
que obtuvieron los protagonistas de Locumba es, al menos para Antauro,
solo un accidente circunstancial. Su verdadero mensaje no está en la
caída del dictador, sino en el uso de las armas contra todo régimen que
no coincida con sus preferencias personales. Vistas así las cosas, se
vuelve poco importante establecer si el levantamiento de Locumba resultó
o no de una conspiración montesinista. El hecho es condenable incluso
considerando la ilegitimidad de Fujimori, porque contiene un mensaje
inaceptable: el mensaje de quien ve en sus propias preferencias
personales fundamento suficiente para usar las armas.
En la memoria personal de Antauro no se ve mayor diferencia entre
Locumba y Andahuaylas. Y esto pone en evidencia el desprecio que ocultó
detrás de esa tremenda ceguera que provocó la muerte innecesaria de
cuatro personas.
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