Una atrocidad para ser juzgada
César Azabache Caracciolo
El significado de
lo que hemos visto es indiscutible: Hay una rebelión, pero considerar esto
rebelión no equivale a defender esta atrocidad, sino a condenarla. El aparato
semántico de Humala no debe confundir a nadie. La Constitución garantiza el
derecho del pueblo a levantarse contra quienes llegan al poder por un golpe de
Estado. Pero este no es el caso, por más criticable que pueda considerarse al
régimen actual. Más grave aún, han muerto por lo menos cuatro sub oficiales de
la policía intentando repeler a los rebeldes y aparentemente hay por lo menos
un desaparecido. Y hay que ser claros, Humala ha hablado de enfrentamientos,
intentando hacer creer que la situación es distinta a la de un crimen. Y esto
no es cierto. En las condiciones en que actúan los rebeldes (no los insurgentes
sino los rebeldes, y aquí las palabras hacen diferencias) hablar de
enfrentamientos está de más. Quien se resiste a un gobierno que no ha sido
establecido por las armas comete un delito, y si mata a alguien, debe responder
por ello conforme a las reglas sobre homicidios. La situación es idéntica
cuando una banda de ladrones de enfrenta en defensa de su escondite con la
policía y mata a algunos de ellos. Quienes provocan una situación de violencia
física extrema no pueden luego alegar que se defendían de las fuerzas del orden
que intentan reducirlos.
Pero no dejemos de reparar en las
analogías y asociaciones a que parece apelar Humala en su lenguaje y en sus
actos. Huamala toma por la fuerza una estación de Policía pretendiendo que
tiene derecho a ocuparla ¿No hay aquí una sombría referencia a las violentas
invasiones de tierras y ocupaciones de locales que vemos todos los días? El
modo en que minimiza las muertes que ha producido ¿No reproduce la perversidad
de Ilave y la de las jornadas de resistencia a desalojos? ¿Y no hay en esto
acaso una apelación a cierta empatía perversa que busca el respaldo de todos
aquellos que han aprendido en estos años a vivir en medio de la violencia, multiplicándola?
Humala demuestra que hay nuevamente
entre nosotros una persona que cree que puede ganar adhesiones políticas
estables apelando a lo más perverso de nuestro aprendizaje de vida en medio de
la violencia. Más que peligroso, eso es macabro. Por eso es tan importante
responder a esta atrocidad institucionalmente. Y esto supone, aunque mi
insistencia suene a ingenuidad, un juicio. Un juicio rápido basado en una
acusación consistente. Porque debemos demostrar(nos) que al menos podemos ser
capaces como país de reaccionar ante casos así de extremos. No sé cuánto lo
habremos hecho en el caso de Montesinos, si dos años después, seguimos
esperando la acusación por el origen de los fondos hallados en Suiza. No se
cuánto lo hemos podido hacer en el caso de Guzmán Reynoso, si dos años después
de la orden de anulación de su condena aún esperamos una acusación que
corresponda al daño que nos hizo. Pero si Montesinos y Guzmán, representan el
pasado, Humala y su mensaje representan el futuro; el futuro de perversión y
violencia descabellada al que podemos ingresar si esta vez no somos capaces de
reaccionar a tiempo.
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